Circular de Pascua 2020
(Extracto de la circular de Pascua de la Madre General Raffaella Pedrini,)
…La Palabra de Jesús “¡No teman! Yo estoy con ustedes todos los días” (Mt 28, 5.20) me ha confortado y sostenido cotidianamente, en la filial confianza y esperanza de poder “participar en la Pasión de Cristo” que tan misteriosamente nos involucra a todos, cristianos y no cristianos, en este tiempo de cuaresma-cuarentena. Y juntos he vivido y vivo el intento de tratar de captar cada día los pequeños signos de vida nueva: las semillas del Reino que ya brotan y florecen en medio de nosotros y que se hacen, en la vida de muchos, oración, adoración, Palabra vivida al lado de quien sufre, incluso a riesgo de la vida “No hay amor más grande…” (Jn. 15, 13)
Un entrenamiento de fe, que vivo e indico y que sólo puede hacernos leer lo cotidiano como gracia, teniendo fija la mirada en el Señor Crucificado. De sus brazos abrazadas, consoladas y bendecidas.
“Tenemos un ancla: en su cruz hemos sido salvados.
Tenemos un timón: en su cruz hemos sido rescatados.
Tenemos una esperanza: en su cruz hemos sido sanados y abrazados para que nada ni nadie nos separe de su amor redentor.”
(Papa Francisco durante l oración extraordinaria en la escalinata de la Plaza San Pedro)
Ser un grito de esperanza
Todos tenemos en nuestros ojos la imagen del Papa Francisco que avanza en la gran plaza vacía; tenemos en nuestros oídos su grito… “Nos encontramos asustados y perdidos…nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa, nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados. Todos estamos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.
Cada una de nosotras y juntas nos hemos sentido perdidas en esa barca sacudida por las olas de la pandemia, nos despertamos de la somnolencia y hemos invocado con fuerza ¡”Sálvanos Señor”! ¡No nos dejes en la tormenta! Nos sentimos en la misma barca con Jesús, salvadas por Él, en la actitud humilde de quien sabe que la vida es don, testimonio, liturgia, profecía y servicio.
El testimonio de nuestro Papa dejó su huella e indicó un camino: buscar en la Palabra de Jesús las coordenadas para vivir en el presente.
La Palabra de Dios, sigue siendo -nos ha dado testimonio- el paradigma de nuestra vida. La elección del relato de la tempestad calmada nos ha ofrecido el ícono evangélico más eficaz para interpretar nuestra vida y nos ha recordado a la vez que “la Palabra es viva, eficaz,… penetra hasta la raíz del alma y del cuerpo” (Heb. 4, 12), que “toda la Escritura está inspirada por Dios y útil para enseñar, rebatir, educar…” (2 Tim. 3,16) y alimentar la esperanza.
Sí, hermanas, en ese futuro, que ya es hoy, y que es la Pascua de Jesús que se realiza en nosotras, encontraremos de nuevo y con toda determi-nación lo que es esencial, lo que siempre ha sido nuestro centro: ¡Dios solo! El Dios Trinitario, en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, Jesús crucificado y resucitado hoy en la enfermedad y en la muerte de muchos de nuestros hermanos. La ayuda y la novedad del Espíritu Santo, cumplirá la gran promesa de Jesús “¡Estoy con ustedes todos los días, hasta el fin de los tiempos!” ¡Creámosle! Es Palabra eficaz de Jesús. ¡Florecerá de nuevo la vida y “la vida en plenitud!” Cuánto deseo que la vida nueva de la Pascua 2020 nos encuentre a todas más vivas, más unidas, más verdaderas y más fuertes, más arraigadas en lo esencial: Jesús, el Evangelio, la fe, nuestra consagración, la oración, la fraternidad, el don de nosotras mismas en la gratuidad en la sencillez “in simplicitate sacrificium”. Hermana, sea cual fuere tu hoy, dondequiera que estés, levántate, come y camina. ¡El camino es largo! ¡María, la Inmaculada Madre nuestra, está a tu lado!
¡Feliz Pascua de Resurrección!
¡Aleluya! ¡El Señor ha Resucitado! ¡Aleluya, Aleluya!